En un momento que es íntimo y único, la lactancia materna se convierte en un vínculo más allá entre madre e hijo, el cual establece conexiones que requieren atención para la primera, como la calidad nutricional y el sabor de la leche que produce.
Durante los primeros seis meses de vida del bebé, cuando se realiza la alimentación casi en forma exclusiva por medio de la lactancia, es importante cubrir las necesidades de la madre en cuanto a la cantidad de alimentos que consume junto con la calidad y la preparación de los mismos.
Es clave que la alimentación de la madre incluya alimentos que le aporten carbohidratos, proteínas, grasas, vitaminas y minerales, los cuales se obtienen del consumo de frutas, vegetales, lácteos, granos, semillas, cereales integrales, huevos, así como el consumo de carne de pollo, res, pescado y cerdo.
¿Qué evitar?
A su vez, los expertos recomiendan evitar el consumo de ajo, puerro, cebolla, apio, coliflor, espárragos, col de bruselas, picantes, curry o comidas con muchos condimentos, ya que pueden influir en el sabor de la leche.
Obviamente el cambio en el sabor de la leche no debe motivar que la madre deje de consumir estos alimentos, ya que la constante variación facilita su aceptación en el bebé, quien se familiariza con estos cuando comienza su alimentación complementaria luego de los seis meses.
Es importante que la madre no realice ningún tipo de dieta durante el periodo de lactancia, a menos de que requiera de una alimentación especial, la cual debe de estar bajo la supervisión de un nutricionista y su médico.
Para complementar la nutrición en este espacio, es importante también que la madre mantenga una constante ingesta de líquidos, principalmente agua de dos a tres litros al día, además de incluir frutas en trozos, licuadas con agua o batidos con leche o yogurt natural, y evitar añadirles azúcar o endulzantes.
También se recomienda
Que la madre consuma vegetales, crudos en ensalada, salteados, al horno o al vapor, usar condimentos naturales para sazonar, incluir grasas vegetales como las del aguacate, nueces, almendras, maníes, semillas de marañón o aceites como el de oliva extra virgen.